martes, 10 de diciembre de 2013

Astronauta

   Soy “superfriolera”. En invierno sieeeeempre tengo frío. La temperatura media de mis manos es 10º y 3º la de mis pies. Yo creo que tengo algún problemilla de circulación porque no es normal lo mío… Aunque me gusta más la teoría de que “tengo la sangre caliente”. No sé si tendrá algún fundamento, pero yo la veo muy lógica. ¿Por qué siempre que salimos los amigos soy yo la primera a la que le da frío? Pues porque mi cuerpo está más caliente que el de los demás y la diferencia de mi temperatura corporal con el exterior es mayor, por tanto me da frío antes que a ellos. De hecho, hace poco que pensaba que estaba “malusquilla” (efectivamente no lo estaba, sólo era una excusa de mi cuerpo que no podía con los temas de esa clase…) tuve la ocasión de corroborar que mi temperatura corporal es medio grado superior a la de los demás. O, alomejor, yo soy la normal y los que estaban ese día conmigo eran los raros jajaja.

   Volviendo al caso: que paso tela de frío. Por si fuera poco mi hipotética “peculiaridad biológica”, el problema se agrava porque en casa, que es donde estudio, hace un frío de ese de “cuando el grajo vuela bajo”. Especialmente en mi cuarto. De hecho (y eso sí que está más que constatado), siempre hace 2 o 3 grados menos que en el resto de la casa (salvo si es verano: entonces hace 7 grados más, aproximadamente). Por ello y en pos de la eficiencia energética, viene siendo tradición en casa que a mediados de noviembre apagamos el congelador y traemos las verduras y las pizzas aquí a mi cuarto, donde se mantienen con su escarchita y todo.

   Un día de estos de frío estudio en casa, hace ya unos años, no podía más con mis tembleques y rebuscando en el armario, apareció al fondo un haz de luz que recubría a modo de aura divina mis botas de la nieve. Desde ese día, se convirtieron en mis perennes compañeras de estudio invernal. Son Eran blancas, con gruesa suela negra todoterreno. Mira que mi madre, la pobre, harta de verme andar como Robocop, me ha regalado ya en varios Reyes zapatillas de casa de estas de pelito y todo, pero yo es que sin mis botas ya no me hallo…

   A mis botas pronto se añadió una nueva bata. En concreto, de las que son de “piel de peluche” como yo llamo esa tela y que, además, es de casi dos dedos de grosor. De color marrón champán y hasta los tobillos, por cierto. Y a mi bata acompañó una bufanda de lana forrada de las de tipo “cuello” (que son cerradas), la cual llevo siempre calada hasta las orejas.

   Et voilà! Mi toasexipaminovio outfit opositoril de invierno! 

   Todo sea por estudiar a gustito =D

¡Un abrazo compañer@s!



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